Temas de Empresa & Familia

Con el fin en la mente: La valuación de la empresa

Por diferentes razones, valuar la empresa cuando las cosas andan bien, es una manera de asegurar que seguirán bien.
Valuar la empresa permite mejorar la gestión, evitar y resolver conflictos, y establecer un marco confiable frente a contingencias que pueden tocarle a cualquiera.
– Y…no…ese cálculo no lo hicimos nunca…
– No sé si alguien podría comprar esta empresa…
– Como está todo, no creo que nadie pueda tener interés.
– Nunca se nos ocurrió vender la empresa, así que tampoco sabemos cuánto vale.

 


Estas no son “preguntas frecuentes”; son “respuestas frecuentes” a una pregunta única. ¿Usted sabe cuánto vale su empresa? 

La mayor parte de los empresarios Pymes tiene una idea clara respecto de cuánto factura su empresa; muchos menos saben cuánto gana la empresa, y muchísimos menos aun saben cuánto vale la empresa.

Seguramente, esto es consecuencia de que muchos empresarios viven a su empresa como su lugar de pertenencia, hasta como un “trabajo”. Por lo tanto, no se plantean siquiera la eventualidad de venderla.

Sin embargo, saber el valor de la empresa no es la antesala de la venta. Por el contrario, muchas veces es el mecanismo adecuado para hacer a la empresa más eficiente.

Saber el valor de la empresa, por lo menos de manera aproximada, tiene muchas ventajas:

– Para mejorar:
Se puede disponer que la valuación se actualice con una frecuencia determinada, y se comparen los resultados de un ejercicio de valuación a otro. De esta forma, es posible identificar acciones que permiten mejorar el valor de la empresa.

– Para evitar conflictos:
Cuando uno de los dueños de la empresa (accionista, titular de cuotas de una SRL o socio) decide retirarse, quiere obtener la mejor compensación económica posible. Dado que en una empresa Pyme no es fácil encontrar un nuevo socio que reemplace a quien se quiere retirar, los principales candidatos para la compra son los otros socios. Normalmente, en ese proceso se enfrentan miradas contrapuestas: en tanto que, para quien se quiere ir, la empresa vale muchísimo, para quien se plantea la necesidad de comprar la parte, ésta vale mucho menos. Si existe una valuación consensuada, las diferencias entre las partes se pueden resolver más fácilmente.

– Para resolver conflictos:
Una manera eficiente de resolver un conflicto societario grave, es mediante la compraventa de la participación de alguno de los socios. Para que esa circunstancia no sea un agravante de las diferencias entre las partes, es imprescindible tener una valuación de la empresa como referencia. De lo contrario, la pugna por la determinación del valor de la empresa se va a convertir en la fuente principal de conflicto.

– Para evitar la incorporación de los parientes políticos:
En muchas empresas existe una determinación clara, en el sentido de evitar la participación de los parientes políticos, sea en los órganos de dirección, o, lo que resulta predominante, en la titularidad de partes de la empresa. A veces, esta limitación es fruto de que la familia empresaria sabe de historias que tuvieron un mal desarrollo, a partir de la participación de parientes políticos; en otros casos, porque existe una disconformidad concreta y específica con algún yerno, nuera, cuñado o cuñada con nombre y apellido.
Pero ocurre que, si la participación societaria es ganancial, en caso de fallecimiento del socio, su cónyuge – en el caso de quienes están casados por el régimen de comunidad de bienes, o sea, por ahora, la inmensa mayoría – tiene derecho a la mitad (si no hay hijos, además, el cónyuge hereda respecto de la otra mitad). Y, si la participación societaria es propia (es decir, adquirida antes del matrimonio, o recibida por herencia, por legado o por donación) el cónyuge es heredero: no habiendo hijos, en igualdad con los padres; y habiendo hijos, en el mismo porcentaje en que hereda cada hijo.
Por lo tanto, quienes no desean la incorporación de parientes políticos a la empresa deben calcular cuál sería el valor potencial que le podría corresponder, en caso de fallecimiento, y establecer un acuerdo, por el cual esa persona recibirá el importe establecido (a través de un seguro de vida, o con recursos del resto de los socios) pero que no ingresará a la empresa. Esta figura está actualmente prevista en el art. 1010 del nuevo Código Civil y Comercial, por lo cual, no debería generar ninguna controversia.

– Para mantener la empresa en la familia:

En caso de que algún miembro de la familia desee desprenderse de su participación societaria, en muchos casos se establece que es el resto de la familia, cuando no la propia sociedad, la que debe adquirirle su parte.
En esos casos, independientemente de que pudiera tener un comprador a un valor mayor, el integrante de la familia tiene la obligación de vender a los otros familiares. Para que no existan dudas respecto del precio, se suele utilizar como referencia la valuación efectuada.

– Para no desperdiciar una oportunidad de venta:
Sea a través de un pacto de socios, o en el mismo protocolo empresario-familiar, resulta conveniente establecer que, si aparece un comprador externo que ofrece más de determinado dinero, aunque haya una minoría que no quiera vender, debe hacerlo en caso de que el comprador no acepte permanecer asociado a esa minoría. Esto se denomina “derecho de arrastre”, o “drag along”

LA VALUACIÓN CONSENSUADA DE LA EMPRESA:
La determinación técnica del valor de la empresa se hace a través de diversos métodos.
Pero con ello no alcanza: el análisis técnico deja afuera, muchas veces, factores emocionales, o un particular conocimiento del mercado, que hace que, independientemente de fórmulas y valores “objetivos”, los integrantes de una empresa requieran de un procedimiento adicional: llegar a un valor consensuado.
Desde ya, el valor consensuado de la empresa se inspira en consideraciones técnicas, realizadas por expertos a través de métodos como “EBITDA” (ganancias, antes de intereses e impuestos, deducidas las amortizaciones) o “flujo de fondos descontados”.
Sin embargo, el valor consensuado de la empresa (VCE) incorpora, además, factores propios y subjetivos de los dueños, pero con una particularidad: en el momento en que se formula, no hay un comprador y un vendedor, y, por lo tanto, cada uno puede ser más objetivo.

LA VALUACIÓN ACTIVA DE LA EMPRESA:
La valuación activa de la empresa (VAE) consiste en que el experto no limite su actividad a la determinación del valor de la empresa en el presente, sino que aproveche la intervención para señalar qué cambios serían necesarios para incrementar el valor de la empresa. Por lo tanto, en una sola actividad de investigación, cumple dos funciones simultáneas: una, determinar el valor actual, y otra, informar en detalle cuáles son las modificaciones deseables para una empresa mejor y más reconocida, potencialmente, por el mercado.
En todos los casos, encarar una valuación de la empresa es una medida útil y saludable, que va a dar como resultado un achicamiento del riesgo de conflictos, y una mayor unidad de acción entre los socios. 

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El departamento de recursos humanos

 

¿Se justifica, en una empresa con menos de 50 empleados, mantener un departamento interno de recursos humanos?
Si la decisión es negativa, ello significa que no hay que atender a los temas de desarrollo del capital humano de ninguna manera?
A veces, la solución reside en obtener la misma prestación, pero con asistencia externa.

 


La misión de un departamento de Recursos Humanos consiste en atender las situaciones originadas en las necesidades individuales del personal  de la empresa, así como la comunicación e interacción con su entorno  (pares, jefes, clientes, proveedores y propietarios). Es lo que se llama “la parte blanda” de los Recursos Humanos, en tanto que la liquidación de sueldos y jornales, el control de ausentismo, horas extras, etc., forman parte de la denominada “parte dura” de los Recursos Humanos, y normalmente queda a cargo del contador o administrativo de la empresa.

Atender “la parte blanda” de los Recursos Humanos es muy  beneficioso, en tanto ayuda a que las personas estén motivadas y comprometidas con los objetivos de la empresa, lo que permite potenciar los resultados económicos, diferenciarse de la competencia y evitar conflictos.

Un empleado capacitado, conocedor de sus funciones, satisfecho con su situación laboral, identificado con la cultura de la empresa y dispuesto a alinearse con los objetivos estratégicos genera mejores resultados y  una imagen muy positiva hacia el exterior.

Estos puntos suelen estar claros,  y generalmente están atendidos a través de un departamento interno de Recursos Humanos, en las empresas que cuentan con una dotación de más de 50 empleados.

En cambio, las Pymes con menos personal no suelen atender esta temática de una manera adecuada: “los melones se van acomodando en el carro”, es, muchas veces, la visión del empresario que, en lugar de planificar un plan de carrera y un modelo de atención a su personal, decide improvisar a medida que las cosas van sucediendo.

Al no haber personas especializadas en gestionar Recursos Humanos, esta tarea suele recaer en los socios, familiares o en las personas de confianza, pero el problema es que muchas veces ellos no tienen la vocación, el tiempo o la preparación necesarios para llevarla adelante exitosamente. Esto genera frustración, cansancio y errores involuntarios. Frente al fracaso reiterado, la organización lo asume como una  discapacidad, que se convierte en una falla sin solución y que suele agravarse con el correr del tiempo.

¿EXISTE ALGUNA SOLUCIÒN?

Cuando los titulares de una empresa perciben la falta de control respecto del personal, su desmotivación, su falta de identificación con los objetivos, o hasta la generación de situaciones conflictivas, pueden paralizarse frente a dificultades de origen desconocido, y cuya solución no tienen a la vista.

Por lo tanto, lo asumen como una dificultad de difícil, y hasta imposible solución, como una suerte de castigo divino, infligido a la Pyme como consecuencia de su éxito en otras áreas.

¿Es, realmente, así?

En realidad, si el dueño de la Pyme, que no estudió mecánica, decidiera hacerse cargo del mantenimiento de las máquinas, o si decidiera hacerse cargo de los temas legales sin ser abogado, tendría, en las áreas respectivas, tantas frustraciones como las que padece aquel que, sin preparación ni vocación, se hace cargo de la gestión de Recursos Humanos.

Por lo tanto, el primer punto es aceptar que la temática debe quedar a cargo de quien tenga vocación, capacidad y conocimientos para llevar esa gestión adelante con éxito, y, en la medida de lo posible, con pautas de éxito claramente establecidas.

¿ESTRUCTURAR UN DEPARTAMENTO INTERNO DE RECURSOS HUMANOS?

Muchas veces, el primer punto de desaliento del proyecto de establecer un departamento interno está en el costo.

Sin embargo, y especialmente en las Pymes familiares, ese punto es apenas la punta del iceberg. Hay otros “daños colaterales” que desaconsejan la generación de un departamento interno de Recursos Humanos.

  • Al haber una persona disponible permanentemente, los empleados tienden a depositar en ésta diversos temas que exceden a la empresa, con una distracción de los objetivos planteados.
  • La persona a cargo  puede perder objetividad en el tema planteado por el empleado debido a la cotidianeidad, o a veces por la confianza que surge por compartir el espacio y la jornada completa de trabajo, o por tener un vínculo de amistad o familiar con los dueños o con la persona encargada de la tarea.

EL DEPARTAMENTO EXTERNO DE RECURSOS HUMANOS

Contratar a un experto que asista a la empresa en horas y días determinados, para tomar a su cargo los temas “blandos” de recursos humanos, puede ser la solución más adecuada, y puede generar diversos beneficios, a saber:

  • Libera tiempo de trabajo para la Dirección General y otras personas  claves de la empresa. Lo que les permite dedicarse a sus funciones específicas.
  • Permite mejorar y canalizar de forma óptima la comunicación interna.
  • Ayuda a disolver y resolver los conflictos que surjan dentro de la empresa.
  •  Incrementa la calidad del desempeño individual y de los equipos de trabajo.
  • A su vez, la persona responsable del Departamento Externo de Recursos Humanos evalúa los procedimientos establecidos, colabora en su cumplimiento o genera los cambios que sean necesarios para la mejora de la empresa,  colaborando en la descripción de las funciones, objetivos y responsabilidades de cada uno.
  • Al mejorar la organización y el lugar de cada uno, mejora también el clima laboral general de la empresa.

Uno de las ventajas del Departamento Externo de Recursos Humanos es que su prestación puede ser modular, y ampliarse o disminuirse en función de las necesidades de la empresa en cada momento.

Desde la tarea de seleccionar personal, evaluar las capacidades naturales de quienes ya están incorporados en la empresa, diseñar procedimientos ordenadores, motivar, analizar situaciones conflictivas, observar las pautas de comunicación en la empresa, diseñar un plan de carrera….todas estas tareas pueden significar la gran diferencia entre una empresa organizada y otra que, aunque sea exitosa, está avanzando en las tinieblas.

Pensar en un departamento externo de Recursos Humanos significa atender ese importante aspecto de la gestión empresarial, con una inversión razonable.

* Alejandra Kunze es psicóloga, ha sido responsable de Recursos Humanos en la empresa de su familia, y se incorpora a CAPS Consultores para brindar sus conocimientos y experiencia en esta área. 

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