Temas de Empresa & Familia

La Comunicación Interna como herramienta de organización y liderazgo

Aunque tenga fama de ser un lujo que solamente las empresas grandes pueden darse, es una posibilidad real, efectiva y accesible para las PYMES desarrollar un área de comunicación interna. En este artículo contamos sus beneficios y cómo comenzar a trabajar en ella, una aliada más que importante a la hora de pensar en el crecimiento de la empresa.

Parafraseando un poco el dicho popular, podemos decir que por falta de sentarse a pensar cómo anunciar cambios en el organigrama, o nuevos desafíos, aperturas o cierres de sucursales, lanzamiento de nuevos productos y discontinuidad de otros, por poner algunos ejemplos, la PYME se convierte en ese infierno grande que es el pueblo chico.

También se dice que “hablando la gente se entiende”, pero el planteo profundo sería pensar si es suficiente “hablar y entenderse” cuando se trata de convivencias que surgen en un escenario tan concreto y con intereses determinados como es el ámbito laboral, y, más aún, en una empresa de familia. Ese planteo podemos extenderlo a la forma en la que nos comunicamos. No hay dudas que nos sobran vías de comunicación, pero la cantidad de maneras que tenemos de estar en contacto no garantizan la calidad o eficacia de esa interacción, y si le sumamos los vínculos o lazos entre las partes, puede ser incluso mucho más engorroso. El “boca en boca” que puede ser tan favorable puertas afuera, es un potencial mal entendido cuando se convierte en el canal comunicacional puertas adentro.

La comunicación interna se convierte, así, en una herramienta concreta y de alto potencial, muchas veces no tenida en cuenta en el mundo PYME por creer que es un lujo que solamente las grandes empresas pueden darse. Sin embargo, es una parte fundamental de toda planificación de organización y factor fundamental para el desarrollo de todo líder.

Dar el primer paso e ir un poco más allá

¿Cómo se logra que un empleado sienta la historia de la empresa de familia si no la conoce? ¿Cómo se mantiene motivado a un personal que desconoce lo que sucede en otras áreas o no entiende porqué algunos productos dejan de salir? ¿Cómo se le transmite calma al capital humano en tiempos de crisis, transformando esa intranquilidad en concentración, eficacia, atención?

El primer error de cara al desarrollo es no comunicar, el segundo es comunicar mal. Es de buen líder saber que una palabra mal dicha, una información llegada al oído incorrecto, o dar por obvio expresiones y objetivos, no dan el resultado ni el efecto anhelado. La acumulación de estos hechos desgasta, desune, desmotiva.

Veamos algunas maneras de empezar a ordenar e implementar, entonces, la comunicación interna:

1/ Newsletter mensual a todos los integrantes de la empresa

En esta publicación electrónica podría contarse historia de la empresa familiar, anécdotas, compartirse imágenes de cómo la empresa fue creciendo y el desarrollo de los productos, pero, también, información actualizada de los mismos, cómo se realizan, dónde se consiguen.

Pueden convivir, de acuerdo con el formato, temas de peso, como búsquedas laborales o anuncios livianos, con otros más sociales, como una agenda con los cumpleaños de ese mes, actividades en los casos que haya, reuniones o talleres, etc.

De esta manera se pone en valor la historia de la empresa, se hace partícipe a todos como parte de esa historia y se les da un espacio de visibilidad a cada trabajador frente a sus referentes.

2/ Intranet, blog cerrado o un área cerrada dentro de la propia web

Este espacio puede ser utilizado para los anuncios con cierto peso en donde no se ponen en participación todas las voces, sino que se da a conocer un escenario o una decisión oficial, unilateral.

Se podrían sumar encuestas, desde testeos sobre los propios productos hasta que cada empleado cuente sobre el feed back recibido de los clientes en su sector, etc.

3/ Protocolos que establezcan la dinámica de las áreas

Podrían estar, incluso, subidos para descarga o lectura online dentro del espacio desarrollado en el punto anterior.

4/ Encuentros reales como jornadas de formación, talleres o charlas

Una buena manera de comunicar estrategias, cambios en los planes anuales, revisar objetivos del semestre (replantearlos, modificarlos, celebrarlos), hacer anuncios o lanzamientos es generar un espacio real de encuentro e intercambio.

Estos espacios con objetivos claros – y una dinámica concreta, ajustada al motivo del encuentro – aportan valor de todas las maneras posibles: en la integración de las áreas, en la motivación y fortalecimiento de los equipos de trabajo, en efectivizar las tareas, en unificar criterios (desde cotidianos hasta comunicacionales), y en darle un aire de frescura a las relaciones interpersonales, provocando interacciones que se salen del ritmo habitual del que la rutina laboral impone.

Estos pequeños pasos son un gran salto para la historia de cada PYME. Se trata, en definitiva, de construir una cultura empresarial propia que abrace la identidad y alimente el futuro de la familia empresaria, sabiendo que en el comunicar bien están las huellas que allanarán el camino hacia el futuro.

 

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El consejo de familia: ¿cuándo, cómo, para qué?

Una empresa de familia puede estar compuesta por unas pocas personas que trabajan cotidianamente en la empresa, o la familia puede estar constituida por muchas personas de las cuales sólo unas pocas, o quizás ninguna, se desempeña en la empresa cotidianamente. En esos casos, el Consejo de Familia puede cumplir una función clave para  el mantenimiento de las buenas relaciones y la continuidad.

 Puede ocurrir, a partir de la Segunda Generación, y sin duda va a resultar imprescindible, que cuando la empresa esté en manos de la Tercera Generación Familiar resulte ser necesario un espacio que contenga a todos los miembros de la familia, sea cual fuere su relación con la producción cotidiana de la empresa o con la dirección. Ese espacio se denomina Consejo de Familia.

Este Consejo puede definirse como el ámbito en el cual se tratan todos los temas que vinculan a los miembros de la familia con el negocio familiar. Entre las incumbencias propias del Consejo de Familia podemos citar:

  • La educación y capacitación de los miembros de la familia, para su entrada al negocio.
  • La educación y capacitación de los miembros de la familia, para su exitosa inserción en la sociedad, sea que vayan a incorporarse a la empresa familiar o no.
  • Los valores de la familia empresaria, y su aplicación en cada caso concreto.
  • La resolución de conflictos entre miembros de la familia, en particular cuando no están ligados con el desarrollo empresario (ya que, normalmente, existen otros dispositivos para resolver conflictos intra-empresarios).
  • Ser el espacio para la participación de los cónyuges respectivos.
  • Generar la inducción para la participación de los miembros de la familia en la empresa.
  • Mantener actualizada la documentación de la historia familiar (a través de publicaciones, fotografías, etc).
  • Celebrar los eventos significativos de la empresa y de la familia (aniversarios, logro de objetivos, etc).
  • Intercambiar con la Comunidad, con la mirada puesta en mantener y elevar el prestigio de la empresa.

El diálogo constante entre los miembros de la familia, sea que trabajen en la empresa o no, es una de las claves para mantener la confianza y poder superar los problemas colaborativamente.

John Ward, uno de los máximos especialistas internacionales en materia de empresas de familia, resume las responsabilidades del Consejo de la siguiente manera: 

  • Construir y mantener la comprensión de los valores familiares, la unidad y del éxito empresarial de los miembros de la familia.
  • Construir y mantener efectivos programas de desarrollo personal y profesional, para todos los miembros de la familia, en el área que ellos elijan, y en especial para aquellos interesados en la gobernanza y el management de las empresas familiares y las inversiones familiares.
  • Celebrar a la familia y abrazar la vida, la alegría personal, la diversión compartida, como parte de la identidad personal y familiar.
  • Participar en la elección de miembros de la familia para dirigir el Consejo de Familia, en la empresa familiar y en las fundaciones de la familia.
  • Establecer una estrategia de largo plazo para la diversificación de actividades y de inversiones.
  • Ser un espacio de comunicación efectiva entre la familia y el Comité de Dirección de las empresas.
  • Establecer y mantener un plan de sucesión efectivo para las posiciones clave en la empresa.
  • Crear los modos a través de los cuales la historia y el conocimiento institucional del pasado y del presente serán accesibles a los miembros actuales de la familia y a las nuevas generaciones.

¿Cómo se constituye un Consejo de Familia?

 Habitualmente, la constitución del Consejo tiene lugar en el marco de la formulación del primer Protocolo Empresario-Familiar.

Luego de mantener reuniones individuales y confidenciales con cada miembro de la familia, el Consultor que dirige el proceso agenda el momento más adecuado para reunirlos a todos, con la intención de crear un espacio de diálogo no controversial y agradable para los participantes.

Por lo tanto, así como en algunos casos la estructuración del Consejo de Familia puede ser uno de los primeros pasos en el proceso de elaboración del Protocolo, en otros casos se encuentra entre las acciones finales, porque para que su conformación sea exitosa es necesario limar asperezas y acercar posiciones.

Sea cual fuere el mejor momento, lo cierto es que la estructuración del Consejo de Familia no se limita a la elaboración de un reglamento para su funcionamiento, sino que requiere un consenso intenso entre los miembros de la familia empresaria, que permitirá elaborar la agenda más adecuada para cada familia, establecer la regularidad de las reuniones (que puede darse cada un mínimo de 4 meses y un máximo de 1 año), si habrá alguna persona permanentemente encargada de organizar los eventos del Consejo, cuáles serán los contenidos de las reuniones y quiénes serán los participantes.

Hay familias que le dan mucha importancia al Consejo de Familia. Lo convierten en una suerte de poder no formal, que modera las decisiones que se adoptan en la empresa, porque hay consenso en cuanto a que la mirada del Comité tiene un fuerte compromiso con la defensa de los valores y las mejores prácticas de la empresa.

En nuestra experiencia, el Consejo de Familia es uno de los dispositivos más adecuados para mantener vigoroso el Protocolo Empresario-Familiar.

 

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Work y life balance

Responder mails desde el teléfono a cualquier hora, dispersarse con las redes sociales en la oficina… Situaciones cotidianas que se vuelven más frecuentes. La tecnología llegó para quedarse y, frente a su avance, se evidencia la imperiosa necesidad de replantearse el modo en que se trabaja en la actualidad.

“Debemos pensar dónde ubicar los desarrollos científicos dentro del conjunto de prioridades, es decir, si los entendemos como un hecho en sí mismo o una herramienta utilitaria”, dice Cecilia Pedro, profesora de Administración de Recursos Humanos en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y socia en Audentis Consultores. Así, Pedro se refiere a la situación como “un cambio brutal que estamos tratando de entender”: Y explica: “Es el fin de un paradigma, cuyo principal efecto es la ruptura de la estructura clásica. El trabajo tradicional, como lo concebimos antiguamente, entra en crisis y se definen nuevos parámetros”. Pero, para ella, no solo se trata de distinguir entre lo familiar y laboral, sino también entre lo público y privado: “El lenguaje en los medios sociales, la forma de vincularse entre los compañeros de trabajo y la misma familia, se modificó”.

En consecuencia, hallar el equilibrio adecuado se convierte en un reto que afrontan todos los trabajadores. Ante este panorama, los expertos consideran que deben generarse nuevos pactos sobre las expectativas y los tiempos en relación con lo que se espera de un individuo. “Hay que acordar nuevas reglas de juego, para que las empresas sigan operando y las personas continúen desarrollándose en los distintos planos de la vida”, afirma Pedro, a lo que Patricio Fay, director del Área de Comportamiento Humano del IAE, añade: “Los jefes deben tener en claro los objetivos para trasladárselos a los subordinados”.

Según los especialistas, la respuesta a este interrogante se encuentra, entonces, en los límites que cada uno establezca. “Ya no existe uno externo, junto a un espacio y horario de trabajo preestablecido. Hoy, todo es difuso. Debemos hacer el ejercicio de marcar el propio límite”, explica la socia de Audentis Consultores. “Así como el cuerpo tiene un ciclo anabólico y otro metabólico para funcionar correctamente, la psique exige renovar su energía para rendir al día siguiente. No podemos pretender que llegue desde afuera; el desafío es crear un orden interno, que demanda un entrenamiento”, señala Sergio Bandurek, senior consultant de Capital Humano en Auren. Pablo Nachtigall, psicólogo clínico, consultor de coaching y liderazgo para empresas, y autor del libro ‘El equilibrio perfecto: entre tu vida personal y profesional’, coincide con sus colegas: “Requiere disciplina y una firme decisión al respecto. El problema es cuando se hace del trabajo un chicle que no tiene principio ni fin”.

Y, en este sentido, la personalidad influye de manera directa: hay quienes pueden hacerlo con más fluidez y otros que no lo logran fácilmente. “Depende de cómo es la persona. Repercute de manera positiva en los que poseen mayor autocontrol o habilidad de organización. A los dispersos y con baja concentración, puede perjudicarlos”, sostiene el representante del IAE. “Hay gente que equilibra mental y emocionalmente su vida, y otra que no puede sostenerlo”, comenta Bandurek.

Por eso, la recomendación pasa por saber qué y cuánto es lo que hay que hacer. “Siempre que uno conoce su tarea, es más sencillo. Cuando, en cambio, la situación está en la nebulosa, es más confuso”, advierte Fay, quien recomienda planificar las horas que se van a destinar a cada actividad: “Es una práctica que puede servir como hábito de autocontrol. Por ejemplo, no estar pendiente de los mails todo el tiempo, sino dedicar una cantidad de tiempo específica para ello. Seguramente, ayudará a bajar los niveles de ansiedad”. Manejar los pendientes en una agenda y apagar el teléfono de a ratos son otras de sus sugerencias.

Por su parte, a este interrogante de cómo delimitar los tiempos del trabajo y los asuntos personales, sobre todo, cuando entra en juego una rutina atareada con dificultades varias, Andrés Hatum, profesor en Management & Organización de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT), opina: “Es complejo, ya que depende de la capacidad de cada uno para asignarle a cada momento su espacio y desconectarse. ¡Hay firmas en los Estados Unidos que premian a quienes no se conectan fuera del horario laboral! Pero si tenés un jefe hiperconectado, ¿qué haces? ¿Tirás el celular al inodoro? Esto va a redundar en políticas que cuiden la salud. Pero estamos lejos”. En tanto, Nachtigall afirma: “Las preguntas que precisamos hacernos constantemente son ¿cómo me siento con respecto al trabajo, el amor y la familia? ¿Estoy a gusto o experimento insatisfacción? ¿Qué puedo hacer al respecto?”.

Los entrevistados concluyen que ya no se habla de balance, sino de integración. “Lo asemejo a un Gran Hermano corporativo: la empresa está en todos lados y a toda hora. La idea es focalizar en el trabajo, sin preocuparse por el resto. Ofrece un ‘combo’: todo en el mismo sitio. La diferenciación comenzó a dejar de existir. Ahora todo es lo mismo. Las nuevas generaciones quieren integrar la vida laboral y personal, no balancearlas”, expresa en forma contundente Hatum. “La innovación une a estas dos variables. La separación taxativa es lo que entra en crisis”, asevera Pedro.

Cómo repercute en la salud

“Al despertarte, ves el celular. Te levantás y te das cuenta de que te quedaste a dormir en la oficina. Pero no te preocupes, ahora tiene habitaciones cómodas para que no vuelvas a tu casa. El resultado es insomnio y ataques de pánico”, pinta un escenario crítico Hatum. El estrés es la segunda causa de baja laboral en la Unión Europea (UE), que afecta anualmente a 40 millones de trabajadores y supone para sus países miembros un costo de 20.000 millones de euros en gastos sanitarios, sin contar la pérdida de productividad. Los psiquiatras lo llaman “la espiral ansiedad-estrés-depresión” y la tecnología acelera su desenlace. “Conectarnos las 24 horas nos vuelve tensos y con alto grado de adicción”, ahonda Nachtigall. “Los problemas de ausentismo y depresión se incrementarán si esta inevitable unificación de trabajo y vida privada avanza. El impacto será una baja en el rendimiento y el clima laboral”, añade Bandurek.

Por ende, las organizaciones empezaron a ponerse en marcha para contrarrestar la ansiedad. “El principal problema es desarrollar programas acordes a cada target. No es lo mismo ofrecérselo a un ejecutivo que a un operario de planta”, explica el consultor de Auren en relación a estos instrumentos que ganan popularidad. “Por ejemplo, se puede realizar una encuesta para conocer las actividades que son deseables y, luego, instituir pequeñas acciones, como casual days, asados de equipo o sesiones de yoga. ¿Qué alternativas se pueden aplicar que incidan positivamente en la empresa?”, cuenta Nachtigall.

El teletrabajo, en el centro del debate

 

En 2013, cuando Marissa Mayer –ingeniera informática y exejecutiva de Google– se convirtió en CEO de Yahoo!, puso fin al formato de trabajo a distancia y obligó a los empleados a retornar a las oficinas de la firma tecnológica. La decisión ocasionó rechazo y polémica en el sector, que poco a poco comenzaba a mirar con buenos ojos al teletrabajo. Pero lo que se desprende de esta anécdota es, en realidad, una discusión más profunda, que escapa al hecho en cuestión: se trata de reflexionar hasta qué punto se obtiene una mayor productividad.

Con el fin de contribuir a alcanzar el work-life balance –entre otros objetivos–, el homeoffice se afianzó en la Argentina en el último tiempo. El estudio International Business Report de la consultora Grant Thornton revela que el 16 por ciento de las compañías locales ofrece este mecanismo y que, pese a ser pocas las que se sumaron a la tendencia, el fenómeno está en alza: cinco años atrás, apenas el 2 por ciento de las empresas lo había incorporado.

Sin embargo, aun los que destacan que la modalidad posee ventajas argumentan que “es un tema que debe revisarse”. ¿El motivo? Así como se “ganan” ciertos aspectos (como la flexibilidad, la comodidad y el ahorro de desplazamientos), se “pierden” otros: la socialización del conocimiento, el talento colectivo, la creatividad conjunta, la comunicación informal, “el aquí y ahora”, y el cara a cara. “Una tarea hecha a la distancia no recibe la pluralidad de miradas. Si no estás en el lugar, te quedás fuera de la participación y la conversación espontánea. Incluso, hay estudios que informan que uno deja de preocuparse por su estética, ya que puede estar tranquilo en jogging en su casa, sin estar pendiente de la apariencia”, asegura Pedro. “Está comprobado que suele trabajarse más bajo esta mecánica. Las cosas de la vida familiar y los ruidos pueden atentar contra la calidad de trabajo. Nos enfrentamos, nuevamente, al papel que desempeñan los rasgos personales: a algunos, no les es complicado ‘cortar’, mientras que otros presentan más dificultades para hacerse ratos de ocio”, concluye Fay.

 

►Este artículo se publicó originalmente en la Guía 2017 de Recursos Humanos y Jóvenes Profesionales del diario El Cronista Comercial.

 

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