Temas de Empresa & Familia

¿Quién le teme al protocolo familiar?

 

En los últimos años, gracias a una intensa labor de difusión, el protocolo familiar se viene afianzando como un mecanismo idóneo para organizar a la familia empresaria, establecer acuerdos de larga duración y evitar conflictos. En este artículo analizaremos cuáles son las resistencias que genera el protocolo, y por qué.

 


¿Qué es el protocolo empresario familiar?

Para poder considerar los temores y las resistencias que genera el Protocolo es necesario, antes que nada, definir con claridad a qué nos referimos cuando hablamos de “protocolo empresario-familiar”.

Básicamente, es un acuerdo con valor legal, pero fundamentalmente moral, que permite a las actuales generaciones
de una familia empresaria llegar a grandes acuerdos en materia de:la planificación estratégica de los negocios familiares;
los modos de participación familiar en el trabajo;
los dispositivos de dirección de la empresa;
el régimen de propiedad, actual y futuro;
los mecanismos para prevenir y resolver conflictos;
los ámbitos de autonomía y de interdependencia entre empresa y familia

 

El valor legal del protocolo 

Frente a la pregunta respecto del valor legal del protocolo, afirmamos contundentemente que el artículo 1010 del nuevo Código Civil y Comercial ha removido uno de los grandes escollos, que era la prohibición de todo pacto sobre herencia futura.

Actualmente, a través del nuevo Código, esos pactos están permitidos, cuando tienen por función asegurar la unidad de gestión y evitar conflictos en una organización empresarial.
El valor moral del protocolo

Igualmente, no estaría de más responder con otra pregunta: “¿tienen valor legal los Diez Mandamientos?”.

Esa segunda pregunta nos ubica, realmente, en el problema que debemos resolver: porque al empresario no le interesa ganar un juicio, en caso de conflicto con un miembro de la familia, sino encontrar los mecanismos adecuados para evitar o resolver el conflicto, con el menor costo posible, dado que esa es la manera efectiva de proteger a la empresa.

Por lo tanto, si a su actual valor legal agregamos el valor legal que tiene el protocolo, por recoger los acuerdos entre los integrantes de la familia empresaria, podremos concluir que es un instrumento valiosísimo, en función de la perdurabilidad y fortalecimiento de la empresa a lo largo del tiempo.

¿Quién le teme al protocolo?

Antes que nada, se teme a lo que no se conoce. 

Hace ya una década, el excelente trabajo de organización y armonización que veníamos realizando con una empresa multifamiliar (compuesta por los integrantes de la segunda generación de las familias de los tres fundadores) finalizó abruptamente cuando el Presidente de la empresa conoció a un distinguido profesor universitario de Derecho Comercial, quien le dijo con toda severidad que el Protocolo no tenía ningún valor legal, y que era solamente un catálogo de buenas intenciones. 

Más allá de que nunca fue así, lo cierto es que una palabra de supuesta autoridad alteró todo un plan de trabajo.

Pero esa supuesta autoridad estaba basada en el desconocimiento más absoluto del protocolo, instrumento que, por entonces, no formaba parte de los programas de formación universitaria.

Por lo tanto, podemos afirmar que, naturalmente, aquel profesional que desconoce el Protocolo porque no tuvo la oportunidad de estudiarlo o de experimentarlo, seguramente va a expresar algún temor frente a lo desconocido, y alguna resistencia frente a lo que no ha sido parte de su campo de formación.

Algunos temen un cambio en el statu quo

Algunos miembros de la familia empresaria están muy cómodos en su actual lugar en la empresa. Y no ven ningún incentivo para revisar los roles, o las prácticas de dirección, de relación con la familia, de vinculación con funcionarios de la empresa no familiares, etc.

Para ellos, la propuesta de realizar un Protocolo significa tener que revisar, y quizás modificar, prácticas históricas con las que se sienten cómodos, y seguramente favorecidos.

Por lo tanto, en muchos casos, se prioriza la zona de comodidad, la tradición, frente a la posibilidad de un cambio, aunque éste pudiera traer aparejadas mejoras en las relaciones personales y en las prácticas empresariales.

Para algunos, el proceso del protocolo significa abrir una caja negra

El Protocolo comienza con un diagnóstico, que supone que un consultor externo tenga un diálogo confidencial con cada uno de los integrantes de la familia empresaria.

Ello significa, por un lado, tener que contar la propia historia y las propias vivencias, considerando la conversación individual de cada uno.

Pero también significa la posibilidad de ser observado por un tercero, quien, a su vez, y de manera reservada, recibe comentarios de otros miembros de la familia empresaria.

El riesgo de no ser aprobado, de que haya críticas a la propia actividad, es muchas veces un factor de tensión, que deriva en la oposición de algún integrante de la familia empresaria para seguir adelante.

Para otros, el protocolo puede significar un cambio en las relaciones de poder

Quien ha ejercido el poder en la empresa de manera solitaria, sospecha que a partir del Protocolo eso habrá de cambiar. Que se instaurarán formas más participativas, y que será necesario recorrer cierto camino para la toma de decisiones.

Y, probablemente, quien está acostumbrado a la total autonomía, sin dar explicaciones a nadie, puede sentir este cambio como una experiencia negativa, una amenaza frente a prácticas muy establecidas.

Sobreponerse a los temores, para una empresa más fuerte y una familia más unida

Quedarse aferrado a los temores es una manera de no crecer.

Pero el mundo sigue avanzando, la competencia se sigue desarrollando, y el tiempo pasa para todos, lo que significa, muchas veces, perder oportunidades extraordinarias para acercar a los integrantes de la familia, y fortalecer la empresa.

Reconocer los temores, poder llevarlos a la mesa, pedir ayuda para superarlos, son conductas que demuestran madurez, y un verdadero compromiso con la empresa y la familia. 

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Frases que inspiran

 

Algunas frases inspiran, alumbran un camino, ayudan a rectificar el rumbo. Temas de Planificación presenta algunas aplicables a empresa y familia.

 


«La suerte es lo que ocurre cuando la preparación coincide con la oportunidad»
Séneca

«No sobreviven las especies más fuertes, ni las más inteligentes, sino las que mejor se adaptan al cambio»
Charles Darwin

«Vencerás, como vence el agua a la piedra. Primero la circunda, y cuando ha juntado la fuerza suficiente, la desborda»
Anónimo chino

«El éxito no es la clave de la felicidad. Por el contrario, la felicidad es la clave del éxito. Si te gusta lo que haces, lo lograrás.»
Albert Schweitzer

«El mejor momento para plantar un árbol era hace veinte años.»
El segundo mejor momento es ahora.
Proverbio chino

«Cambia antes de tener que hacerlo»
Jack Welch

«Si hubiese preguntado a la gente qué es lo que quería, me habrían respondido: “caballos más rápidos”»
Henry Ford

«Cada generación enfrenta un doble trabajo: recibir lo vivido, y dejar fluir su propia espontaneidad.»
José Ortega y Gasset

«Conocimiento es saber que el tomate no es una verdura, sino una fruta. Sabiduría, es no usar tomate en una ensalada de frutas.»
Anónimo

«La mejor forma de predecir el futuro es inventarlo»
Alan Kay

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Incorporar a los hijos en la empresa de familia

 

Sean los hijos del Fundador, o los integrantes de la Tercera Generación, su incorporación a la empresa constituye uno de los aspectos claves para el éxito de un proceso de traspaso generacional.

 


¿Los hijos deben empezar desde abajo, como empezó su padre?

¿Es necesario que hagan una previa experiencia fuera de la empresa?

¿Sólo pueden incorporarse si han culminado una carrera universitaria?

En caso de que algún hijo esté necesitando trabajar, ¿la empresa tiene que encontrarle un lugar, aunque el hijo no esté plenamente capacitado?

¿El hecho de ser integrantes de la familia propietaria los posiciona, desde el primer momento, como mandos medios?

Estas, y otras preguntas, definen la política de cada familia empresaria respecto de la incorporación de los hijos.

Cuanto más abarcativo sea el pensamiento, y, en la medida de lo posible, no se limite a la realidad del hijo que se postula para ingresar, sino que incluya también a los otros integrantes de su generación, más ricas van a ser las respuestas.

Cuando estas preguntas se las hacen los padres fundadores, suelen carecer de un modelo a seguir. 

Lo más importante, en esos casos, es entender que el ingreso de los hijos, las pautas para su permanencia en la empresa, o su salida, son factores importantísimos para poder mantener la unidad familiar, y también para la continuidad de la empresa.

Ese hijo adolescente, que tiene dificultades para llegar puntualmente por la mañana, que parece estar aletargado en el cumplimiento de sus tareas, es, quizás, el que algún día ocupará el lugar de su padre.

Quizás, simplemente, haya que darle tiempo, y acompañarlo en su proceso de formación.

Sin embargo, también puede ocurrir que tener la certeza de que las condiciones materiales de vida están holgadamente satisfechas, impide a ese hijo comprometerse y crecer.

Es habitual que, cuando el padre observa una notoria falta de compromiso de parte de sus hijos, se desespere, y se plantee con seriedad que la continuidad de la empresa se encuentra comprometida.

Cuando los hijos que se acercan son la tercera generación de la familia empresaria, la problemática suele ser diferente.

Los padres ya tuvieron sus propias experiencias de ingreso a la empresa, y tales experiencias fueron más exitosas o más traumáticas.

Por lo tanto, para quienes la experiencia no fue buena, existe un fuerte deseo de que no se vuelvan a plantear situaciones de frustración y enfrentamiento, y que, por el contrario, el proceso fluya de una manera estimulante para todos.

A su vez, para quienes tuvieron una experiencia gratificante,  se plantea el deseo de repetir una integración exitosa. En estos casos es habitual que los padres se tomen a sí mismos como modelos, sin tener plena conciencia de que la cultura de sus hijos difiere en gran medida de la propia. Ellos pertenecen a otra generación, lo que significa que tienen una relación diferente con la tecnología, con la comunicación, con el compromiso para el cumplimiento de sus actividades…en fin, su modo de trabajar difiere dramáticamente del modo de trabajar de sus padres.

El hecho de que algunos hijos se integren a la empresa desde muy jóvenes supone un recorrido diferente del que harán aquellos que, quizás, desarrollan previamente una carrera universitaria, y hasta dedican años de su vida al desarrollo de su vocación, antes de plantearse el deseo de aportar sus conocimientos y capacidad a la empresa de familia. Esto plantea nuevos interrogantes:
¿Habrá lugar para todos, en el momento en que deseen integrarse?

¿Habrá una diferenciación en función de la antigüedad en la empresa?

¿Está planteada la posibilidad de que un hijo desarrolle una unidad de negocio diferente de las que actualmente explota la empresa?

¿Qué pasa si se producen diferencias entre los integrantes de la nueva generación, o entre algunos de ellos y sus padres?

Evidentemente, son muchas las cuestiones a prever.

La experiencia indica que compartir los pensamientos, y las posibles soluciones, aliviana la ansiedad que pueden producir estos temas.

Muchas familias encaran como tema principal del proceso de elaboración del Protocolo Empresario Familiar, la toma de decisiones respecto de estos puntos, porque advierten que son fundamentales para evitar conflicto con la joven generación, y para garantizar la continuidad en las mejores condiciones posibles.

Se trata, en definitiva, de lograr el mejor pacto posible entre dos generaciones que tienen formaciones, condiciones de vida y expectativas diferentes. Pero que están unidas por el amor, y los valores compartidos, entre los cuales se encuentra la continuidad de la empresa de familia. 

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La familia empresaria

«Formar parte de una empresa familiar no significa, automáticamente, que se haya constituido una familia empresaria».


Para ello es necesario hacer consciente la vocación de permanecer unidos con vistas a las siguientes generaciones, lo que supone en muchos casos encarar proyectos independientes de los actuales negocios que desarrolla la empresa familiar, como forma de dar participación a

quienes no forman parte de la actividad presente.

Si no existe conciencia de familia empresaria, puede haber una familia dueña de una empresa, pero al no compartir una pasión y un propósito, esa familia no tendrá una identidad propia que la haga sustentable en el tiempo.

Una alternativa es que se desarrollen emprendimientos familiares y se promueva la creación de empresas, en las cuales los integrantes de la familia pueden participar como operadores, como propietarios, o como financiadores.

La familia empresaria es fruto de una cultura que promueve la unidad familiar en la empresa, la participación de los miembros de la familia (trabajen en la empresa o no), y la vigencia de valores compartidos.

El “orgullo de pertenecer” es una de las piedras angulares de la familia empresaria; ello posee una profunda significación en la vida de sus de sus miembros, ya que, desde muy jóvenes, los integrantes de la familia tienen un incentivo adicional para cumplir satisfactoriamente con sus obligaciones en sus estudios y en la vida social, al saber que hay un futuro para ellos, rodeado del afecto familiar.

¿Cómo se estimula el fortalecimiento de la familia empresaria?

La familia empresaria no se desarrolla ni fortalece naturalmente: es necesaria la acción específica de la actual generación respecto de todos los que deberían involucrarse para que los miembros de la familia compartan valores y una visión respecto de la empresa.
Por lo tanto, para fortalecer la familia empresaria es necesario un mensaje permanente a los integrantes de la familia, con relación a la importancia de la unidad familiar, la necesidad de evitar conflictos -y de resolverlos si surgieran-, de participar en una visión en común, de actuar responsablemente, de esforzarse en función de los objetivos valorados por la organización empresaria y, también, en ligazón con los beneficios que supone el hecho de pertenecer a una “familia de empresa”.

Focalizar en la familia empresaria, una estrategia para crecer

Si nos enfocamos en el interés y el desarrollo de la familia empresaria, más que en la empresa actual, podemos realizar y concretar un aporte muy valioso para crecer, ya que resulta factible desarrollar diferentes actividades empresariales que pueden prosperar y, de esa manera, asegurar la longevidad de la familia empresaria.

Para ello resulta imprescindible generar en la familia una orientación emprendedora, que incluye la tendencia a innovar, a asumir riesgos y a actuar de manera proactiva frente a la competencia.

La combinación de la influencia familiar y la orientación emprendedora permite entender porqué algunas empresas se mantienen competitivas y crecen, mientras que otras declinan o se vuelven obsoletas.

Los espacios de la mujer en la familia empresaria

Incorporar, en algunos casos, y profundizar, en otros, en el concepto de familia empresaria puede constituirse en una clave para la inserción satisfactoria de las mujeres que integran la familia.

Porque, tal vez, no existe en la empresa de familia un espacio actual de integración adecuada, sea porque la empresa es muy pequeña, o porque tiene roles muy estáticos que no coinciden con las aptitudes y formación de las mujeres de la familia, o por las propias limitaciones de los titulares, que no logran valorar la participación femenina.

En lugar de librar una batalla perdida tratando de incidir en una empresa que hoy no las contiene, las mujeres bien pueden encontrar un espacio para fortalecerse y lograr sus objetivos de protagonismo, al apoyarse en el concepto y la práctica de la familia empresaria.

El desarrollo de negocios propios

Una de las consecuencias beneficiosas de acoger el concepto de “familia empresaria” es que permite correr el eje desde los negocios y la empresa actuales, a negocios nuevos que pueden desarrollarlos ciertos integrantes de la familia.

Esto significa que cada mujer que forma parte de la familia empresaria podría tener la oportunidad de generar un emprendimiento propio, bajo su propio liderazgo, pero con aprovechamiento de la financiación, el know how, y hasta los contactos de la empresa familiar.

Se trata, claramente, de una manera positiva y proactiva de resolver un potencial conflicto: en lugar de centrarse en cambiar las condiciones de la realidad existente, fundar una nueva realidad, a través de un enfoque lateral, que permitiría satisfacer las propias expectativas de desarrollo sin afectar otros intereses.

*(Extraído de «Iguales y Diferentes. Los espacios de la mujer en la empresa de familia», de Leonardo J. Glikin. Aretea Ediciones.)  

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El «buen retiro» del fundador, y la profesionalización de la empresa

 

El próximo 5 de octubre, coincidentemente con la celebración del Día Internacional de la Empresa de Familia, el Instituto Argentino de la Empresa Familiar presentará el libro “Profesionalización de la Empresa Familiar” dirigido por el Dr. Roberto Martín, en el que tengo el honor de participar con el capítulo titulado: “La profesionalización, condición indispensable para un buen retiro”. A continuación, una síntesis del capítulo.

 


Es altamente recomendable que el traspaso generacional no sea consecuencia de una circunstancia biológica, como la muerte o la incapacidad del líder actual,  sino que sea un proceso planificado, en el que las generaciones se den el tiempo para un traspaso racional y eficiente, que  permita consolidar la empresa y aportar a la calidad de vida de cada participante.

Desde lo personal y familiar, es deseable un proceso de “aterrizaje suave”, en el cual quien se retira pueda desarrollar nuevas actividades para una vida plena, al tiempo que  reserva un quantum de energía para compartir el proceso con quienes habrán de sucederlo en la empresa.

Esa etapa de coexistencia de dos generaciones  puede ser riquísima, ya que es la oportunidad para que se amalgamen la experiencia y sabiduría de los mayores con el empuje y la formación de los más jóvenes y, eventualmente, de los profesionales externos convocados.

Sin embargo,  mal manejada, puede ser una etapa terriblemente destructiva de valor y devastadora de las relaciones personales, cuando las distintas generaciones compiten destructivamente entre sí, y se niegan a reconocer el valor de la otra.

¿Qué es un “buen retiro”? 

Para reconocerle al “buen retiro” toda su trascendencia a través de la palabra, hemos acuñado un neologismo: “exiting”,  al que definimos como “el proceso a través del cual el propietario de una empresa, negocio o práctica profesional  establece sus metas  para poder retirarse,  y las ejecuta efectivamente, tomando en cuenta los aspectos económicos, financieros, legales, administrativos y de liderazgo de la empresa, y su propio proceso emocional”.

A lo largo de nuestra observación profesional sabemos que la práctica  del exiting reconoce dos grandes extremos: por una parte, están los que no conciben la idea de dejar la empresa; por otra parte, están quienes no ven el momento de retirarse.

Veamos los efectos de ambas actitudes:

  • Los que no conciben la idea de dejar la empresa

“Antes creíamos que papá era inmortal. Ahora, definitivamente, lo sabemos”, dice resignadamente el hijo mayor de un empresario que, a los 87 años, sufrió un grave accidente automovilístico, en el que murió su chofer, pero del que él salió caminando por sus propios medios.

Y ojalá que esa inmortalidad manifestada tan jocosamente sea cierta, porque este hombre, tan ocupado en sobrevivir y aferrarse a su cargo, no ha tomado un minuto de su tiempo para preparar a quienes deberían continuarlo en la empresa: los hijos no han asumido ninguna posición de responsabilidad y no tienen un espacio de diálogo ni un sistema de toma de decisiones para las cuestiones de la empresa. Todo depende de la voluntad y el criterio de papá, quien, más allá de su lucidez intelectual, tiene un evidente problema de comunicación con sus hijos, con sus empleados, y también con los proveedores y los clientes. Por eso, circula por el mundo refunfuñando y añorando “los viejos buenos tiempos”.

  • Los que no ven el momento de retirarse

“Bueno, Dahian, sos el único de nuestros hijos que quiere continuar con la empresa, así que…  crecé rápido, que yo quiero retirarme lo antes posible”, dice Elisa S. con las mejores intenciones.

Sin embargo, detrás de aquellas palabras, aparentemente inocentes, reside una gran exigencia para un hijo muy joven, y una falta de atención a las claves para que este proceso funcione: es necesario preparar al hijo que habrá de hacerse cargo de la empresa y a quienes lo secundarán, y también establecer las estructuras y los mecanismos de control de gestión adecuados, para que el proceso resulte exitoso.

El  “buen retiro” en las diferentes generaciones 

Para la llamada “generación tradicionalista” (que abarca, en general, a las personas nacidas antes de 1945), seguir trabajando hasta el último día de la vida forma parte de sus valores.

Por lo tanto, oímos de esas personas conceptos tales como “a mí me van a sacar con los pies para adelante”, o “yo voy a morir con las botas puestas”.

Esta cultura dificulta en mucho establecer cambios profundos mientras esté al frente  la generación mayor, sea que la represente un líder único, o un conjunto de personas (que pueden ser integrantes de una misma familia – como hermanos –, o socios no familiares, o incluso gerentes externos de larga trayectoria,  que han decidido permanecer en el cargo hasta el último día de su vida).

En cambio, los nacidos con posterioridad a 1945 (la denominada generación “baby boomer”) tienen otra manera de ver las cosas: después de muchos años de trabajo duro y comprometido, anhelan una vida diferente, más relajada, con menos obligaciones cotidianas y la oportunidad de ocuparse más intensamente de hobbies, relaciones afectivas o  nuevos proyectos.
Porque, sabemos, el retiro total y absoluto no se encuentra entre los deseos ni figura en la agenda de la mayor parte de los líderes de empresas de familia, sea cual fuere la generación a la que pertenezcan.

Por el contrario, el deseo consiste en encontrar un posicionamiento diferente respecto de la empresa, lo que puede generar beneficios extraordinarios: en la medida en que la sucesión no depende de un hecho biológico no deseado, como la muerte o la incapacidad, es posible planificar el retiro del líder actual, preparar a los nuevos líderes, y fortalecer la empresa para una continuidad exitosa.

El “buen retiro” no es un evento que ocurre abruptamente, sino un proceso que es necesario conocer, preparar y recorrer, con participación activa y apoyo de la familia y con respaldo profesional.

Los siete aspectos de la profesionalización en la etapa del exiting

1.- Dirección de la empresa
Es muy importante fijar con claridad cuáles serán las funciones de la Dirección:
¿Representar  a los accionistas, para auditar permanentemente y vigilar los números y los procesos de la empresa?
¿Ser un órgano consultivo, para avalar las decisiones del Gerente General?
¿Ser la máxima autoridad ejecutiva de la empresa, que coordina a los diversos gerentes de área?

2.- Definición del organigrama
Un organigrama claro y actualizado permite graficar cuáles son los puestos operativos y de dirección en la empresa, cuál es el lugar de cada uno, quién reporta a quién.

3.- Descripción de objetivos, funciones y responsabilidades
Se trata de algo más que la descripción de puestos, dado que se pone en juego la visión y la misión de cada integrante de la empresa, qué resultados se espera que alcance, cuáles son sus incumbencias y, en consecuencia, aquello por lo que será evaluada su gestión.

4.- Selección y formación de directores y gerentes
En primer lugar, se trata de definir, en cada empresa concreta, cuáles son las áreas de incumbencia de los directores y de los gerentes, entendiendo que, en algunas empresas, el modelo que se practica se basa en un Gerente General a cargo de toda la operación de la empresa, en tanto que en otras esa función puede ser cumplida por un Comité de Dirección. Incluso, puede ocurrir que no se designe en ningún momento un gerente general, sino que los gerentes de área reporten a Directores Delegados.
A partir de estas definiciones, es posible seleccionar a los directores y gerentes, quienes, a su vez, pueden ser familiares o no familiares.

En el marco de un proceso de exiting, y fundamentalmente para contener las ansiedades de quien planea retirarse, es imprescindible destacar la necesidad de la formación. Nadie nace sabiendo, ni es esperable que tenga la capacidad de interpretar al líder que se está retirando en un abrir y cerrar de ojos.

Por lo tanto, que todos los participantes en el proceso acuerden en la importancia de la formación de directores y gerentes constituye una clave para el éxito del proceso.

5.- Establecimiento y práctica de normas de conducta
Tanto a nivel de la familia empresaria, a través del protocolo empresario-familiar, como en el ámbito de los funcionarios y empleados de la empresa, es necesario que existan normas de conducta claras y cumplibles, que deben ser conocidas por todos.
Los sucesivos incumplimientos que no son debidamente registrados (e incluso sancionados) traen como consecuencia un relajamiento de los comportamientos de quienes participan en la empresa, lo que habitualmente va en contra de los propios objetivos fijados por la empresa.

6.- Establecimiento y pautas de control e intervención. 
Es probable que, quien encara un proceso de exiting, dé una enorme relevancia a estos ítems, dado que se ve a sí mismo (o a través de un delegado) ejerciendo ese control, y eventualmente interviniendo en la empresa.
Ser exhaustivos en las pautas de control e intervención ayuda a planificar empresas más saludables, y a dar tranquilidad a la persona que encara su proceso de exiting.
Muchas veces, no está en juego una cuestión de confianza desde la perspectiva moral, sino desde la perspectiva práctica.  Que, quien encara un proceso de exiting pueda tener la seguridad de que las cosas se están haciendo de la manera adecuada, y que la empresa no corre riesgos innecesarios.

7.- La valuación activa de la empresa, como indicador clave de evaluación de gestión
Cuando quien se retira de la vida activa se mantiene como titular de participaciones societarias, o cuando su objetivo es vender la empresa, el valor de ésta pasa a ser un indicador clave de evaluación de gestión.

En efecto: para el accionista no alcanza con tener buenos dividendos. También necesita que su empresa sea sustentable, y esa sustentabilidad puede cuantificarse a través de la valuación activa de la empresa.

Denominamos de esa forma al proceso de valuación profesional, para cuya realización se aplican las fórmulas más adecuadas para cada caso concreto, a lo que se agrega un informe del valuador respecto de cuáles serían las acciones que podría adoptar la dirección de la empresa para mejorar el valor de mercado, medidas tales como la mudanza a un parque industrial, o incorporar determinado producto diferenciador de la competencia, justamente, abordar un proceso de profesionalización de la empresa.
Encarar una valuación activa de la empresa cuando comienza el proceso de profesionalización implica incorporar una herramienta valiosísima para la evaluación de la gestión, que no se limita a los resultados de coyuntura (que se expresan a través del balance y los dividendos) sino que se proyecta al cumplimiento de objetivos que dotan a la empresa de un mayor valor de mercado.

Conclusión
Así como dedicamos tanto tiempo y energía a los factores que consideramos claves en la empresa, reflexionemos que ese enorme valor (material y espiritual) que hemos acumulado a lo largo de los años merece ser encaminado de manera tal que pueda perdurar en el tiempo, mientras el Fundador se libera para  acometer nuevos desafíos en la vida. 

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La red de profesionales en la planificación sucesoria

 

“El interés del cliente, primero”. Sobre esa base, es posible articular una red de profesionales (abogados, contadores, escribanos, psicólogos, asesores de seguros y financieros) para ayudar al cliente a “tomar los asuntos de la vida teniendo en cuenta la posibilidad del retiro y la certeza de la muerte”. La Planificación Sucesoria ayuda a vivir mejor, porque permite pensar en la protección de los seres queridos, en la armonía familiar y en la concreción de nuestros proyectos más queridos.

 


Cuando comenzamos a difundir la planificación sucesoria, en 1995, nos encontrábamos con un escollo aparentemente insuperable: por entonces, la mayor parte de los argentinos no creía posible planificar. Por el contrario, hacían gala de una enorme capacidad para la improvisación (magníficamente reflejada en aquel cuento de Fontanarrosa, Lo arreglamos con alambre”)

Sorprendentemente, fue la gran crisis de 2001/2 el evento que más ayudó al cambio de la mentalidad respecto de la planificación. Sin duda, el fracaso de la economía y la frustración de la sociedad llevaron a pensar nuevos caminos, y a incorporar modelos de pensamiento exitosos en otras partes del mundo.

Así, en 2016, cualquier empresario acepta que tiene que tener un plan de negocios, un plan de marketing, un plan de ventas, una planificación financiera. Y, con mayor énfasis a partir del nuevo Código Civil y Comercial, la sociedad acepta la importancia de la planificación sucesoria.

Sin duda, la mayor libertad que da el nuevo Código para disponer de los bienes a través de un testamento o de un fideicomiso, las limitaciones que hay que tomar en cuenta a la hora de hacer o recibir una donación o una oferta de donación, y la evidencia de que la expectativa de vida ha aumentado dramáticamente, llevan, entre otros factores, a la revalorización de la planificación sucesoria.

¿Cómo encarar una planificación sucesoria?

La planificación sucesoria abarca aspectos disímiles:

  • Las decisiones en materia de régimen contractual para la pareja:
    • ¿casarse?
    • ¿divorciarse?
    • ¿optar por el régimen de separación de bienes?
    • ¿convivir con un acuerdo con la pareja?
    • ¿convivir sin ninguna clase de acuerdo?
  • La protección de los hijos menores, de las personas muy mayores o con discapacidad.
  • El deseo de evitar peleas familiares por cuestiones patrimoniales.
  • La necesidad de proteger a la empresa, frente a la hipótesis de fallecimiento o incapacidad de alguno de sus titulares, o de una persona clave.
  • El deseo de trascender, a través de un legado a la siguiente generación, o a una organización de bien público.
  • El interés por prevenir las consecuencias materiales de una eventual discapacidad, para que existan fondos disponibles aunque una persona no pueda seguir ganándose la vida de la manera habitual.

Como se ve, se trata de aspectos disímiles, que sólo pueden ordenarse y articularse adecuadamente si encaramos la planificación sucesoria como un proyecto que debe realizarse sobre la base de obtener respuestas para todas las inquietudes.

La Torre de Babel

Cada profesional se especializa cada vez más en sus áreas de incumbencia, hasta llegar a un nivel de técnico tan sofisticado, que se corre el riesgo de olvidar el principio liminar “el interés del cliente, primero”.

Es que ocurre que, desde cada formación profesional, se van estableciendo técnicas y pautas que entran en colisión con las técnicas y pautas de otras profesiones.

Si no existen principios en común y prácticas conocidas y aceptadas por los profesionales de todas las disciplinas, el resultado es que quien necesita una planificación sucesoria (a quien llamamos “heredante”) habrá de encontrarse con abordajes tan disímiles, y opiniones tan encontradas, que seguramente optará por no hacer nada….y no hacer nada significa poner en peligro el patrimonio y los afectos.

La red profesional

Frente a esta realidad, el Consejo Argentino de Planificación Sucesoria Asociación Civil toma muy en serio la formación de profesionales sobre la base de un conocimiento profundo de la Planificación Sucesoria.
En ese marco se inscribe el nuevo libro de Leonardo J. Glikin “Manual de Planificación Patrimonial y Sucesoria para Asesores de Seguros de Vida”(Aretea Ediciones, 2016) al que seguirán obras equivalentes destinadas a cada rama profesional que conforma la red de la planificación sucesoria.

De lo que se trata es de entender que hay cuatro pilares de valores que el público requiere satisfacer:

  • Protección
  • Armonía familiar
  • Efectivización de los proyectos (en tanto emprendedores y empresarios).
  • Trascendencia

Cada uno de estos valores se satisface en momentos y circunstancias vitales diferentes.
Conocer profundamente qué está en juego en cada caso, y cuáles son las herramientas aplicables es la manera adecuada de dar un servicio de excelencia, que brinde a todos la oportunidad de prever y prevenir con equidad. 

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Diez prioridades para la transición generacional en la empresa

 

Las características propias de cada negocio, de cada empresario y de cada familia hacen que las prioridades para la transición generacional presenten grandes diferencias entre sí. Poder entender las propias prioridades, y establecer un plan para satisfacerlas, es la clave para la continuidad de la empresa y la felicidad de la familia.

 


 

No hay una receta única para encarar una transición generacional.

Como se trata de un proceso complejo y de resultados que no son inmediatos, la mejor manera de afrontar el desafío es descubriendo las propias motivaciones.

No serviría de nada que un tercero le dijera al empresario lo que debe hacer, si éste está tan agobiado por sus propias preocupaciones que no tiene la capacidad de escucharlo, y menos aún de implementar las recomendaciones.

Por ello, y para que cada cual pueda armar su propio camino, planteamos a continuación diez posibles prioridades.

Identificar las prioridades significa, al mismo tiempo, descubrir qué es lo que puede estar preocupando a cada uno en el presente, con vistas a encontrar las mejores soluciones.

En consecuencia, lo invitamos a calificar cada una de las prioridades listadas del 1 al 10, donde 1 es la prioridad que avizora como más inmediata, y 10 la menos significativa, o menos aplicable a su caso concreto.

  • Asegurarme los recursos económicos para un buen retiro.
         

  • Elegir a mi sucesor en la gerencia que ocupo.
         

  • Preparar a mi sucesor en las actividades que desarrollo en la empresa.
         

  • Entrenar a un grupo de personas para dirigir la empresa.
         

  • Organizar la empresa para que pueda mantenerse y crecer sin mi presencia.
         

  • Generar un sistema de entrenamiento para los futuros directivos de la empresa.
         

  • Establecer las funciones, objetivos y responsabilidades de quienes se desempeñan en la empresa.
         

  • Fijar mecanismos de control de gestión, para poder retirarme pero seguir informado.
         

  • Llegar a un acuerdo con mis hijos para evitar peleas familiares originadas en la empresa.
         

  • Vender la empresa.
         

Un paso más allá

Repase sus prioridades. ¿Cuáles son sus conclusiones?

¿Hay algo que Ud. debería hacer de inmediato, en términos de comunicar esas prioridades a otras personas, darse un tiempo para reflexionar, o solicitar apoyo para satisfacer objetivos?

¿Cuál es la relación entre esas prioridades y los desafíos del día a día?

¿Es sustentable el día a día sin encarar la satisfacción de estas prioridades?

¿Qué ocurriría frente a una contingencia? (un tema de salud, o una dificultad imprevista en la actividad empresarial).

Pensar y ejecutar

No resulta positivo actuar sin reflexión, dado que se corre el riesgo de tomar medidas intempestivas, o que luego no puedan sostenerse a lo largo del tiempo.

De la misma manera, no es positivo quedarse pensando en un tema que se califica de importante, y no encarar medidas para resolverlo a lo largo del tiempo.

Los temas relativos a la transición generacional muchas veces explotan en las manos, porque hay una tendencia a postergar su definición. Lamentablemente, los desafíos del día a día reclaman tanto la atención, que nunca hay tiempo para encarar temas realmente significativos.

Entonces, puede ocurrir que un hijo no encuentre su lugar dentro de la empresa, simplemente porque nunca hubo tiempo para describir el puesto que debería ocupar;  o nadie se ocupó de entrenarlo.

O las peleas familiares pueden ocupar la escena, sin que exista una metodología adecuada para contenerlas y reconducirlas.

O, quizás, llegamos a la conclusión de que los planes de negocios no llevan a la obtención de resultados sólidos, con vistas a un futuro en el que el fundador de la empresa pueda retirarse.

Por lo tanto, resulta recomendable no actuar irreflexivamente, ni postergar decisiones que involucran valores tan importantes como la solidez del proyecto empresarial, la unidad de la familia y la felicidad de los protagonistas en cada uno de esos ámbitos. 

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Ocho cambios significativos para las empresas familiares con el nuevo código civil y comercial

 

En una economía cambiante, con desafíos del día a día que absorben la atención de los empresarios, la difusión y conocimiento del nuevo Código Civil y Comercial parece haber pasado a un segundo plano. Sin embargo, se trata de un instrumento llamado a generar cambios fundamentales en las empresas de familia. En este artículo exponemos ocho cambios significativos. Conocerlos es una clave para evitar conflictos, proteger a la empresa y a la familia.

 


1.- ¿Desde cuándo rige el nuevo Código?

El Código Civil y Comercial está en vigencia a partir del 1 de agosto de 2015.

Por el nuevo Código se rigen las sucesiones de personas fallecidas a partir de esa fecha, y los divorcios que se hayan tramitado desde entonces.

Veamos cuáles son algunos de los cambios más significativos

2.- El nuevo Código brinda mayor libertad para la planificación sucesoria: 

El nuevo Código establece un mayor margen de libertad individual para la planificación sucesoria:

  • Quien tiene hijos, con el antiguo Código sólo podía disponer libremente de la quinta parte de su patrimonio. Ahora puede disponer libremente, a través de un testamento,  una donación o un fideicomiso, a favor de quien lo desee, de la tercera parte del patrimonio.
  • Quien, no teniendo hijos, tiene a sus padres con vida, puede disponer libremente de la mitad de su patrimonio, frente a lo que antes establecía  la ley, que era la tercera parte del patrimonio.

La mayor libertad que tienen las personas para disponer de su patrimonio a partir del nuevo Código habrá de impulsar el desarrollo de la planificación sucesoria, dado que más personas van a querer que sus deseos e intereses se plasmen a través de una estrategia, teniendo en cuenta la posibilidad del retiro y la certeza de la muerte.

2.- Ahora se permiten los pactos sobre herencia futura en función de ciertos objetivos en la empresa.

El nuevo artículo 1010 del Código Civil y Comercial, dispone que, si bien los pactos sobre herencia futura siguen prohibidos (como ocurría en el viejo Código Civil), en determinados casos serán plenamente válidos: cuando tengan en miras la conservación de la unidad de la gestión empresarialo  la prevención o resolución de conflictos, relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo.

Es decir que, cuando se trata de establecer quién será el líder de la empresa en caso de fallecimiento de su actual titular, o cuando es necesario excluir a un heredero de la dirección de la empresa (por ejemplo, porque no es compatible con los otros), el nuevo Código permite hacerlo.

Obviamente, deberá contemplarse que a ningún heredero se le cercene su derecho a la legítima hereditaria, pero ahora está claro que ésta puede componerse con bienes diversos, y no necesariamente deben abarcar la participación societaria.

3.- Se reafirman soluciones para la continuidad empresaria

No siempre resulta factible apostar a una empresa familiar vigorosa, con integrantes de la familia entusiastas y comprometidos con la visión de un fundador, o su continuador.

A veces, la solución puede estar en la ventasea a un tercero o a un familiar.

En otros casos, se puede pactar que, en caso de fallecimiento del titular, una persona determinada (socio actual o reemplazante del titular, frente a la contingencia de su fallecimiento o incapacidad)  continúe con la explotación, en tanto que la familia de la persona fallecida habrá de recibir el beneficio de un seguro de vida que represente el valor de tasación de su participación en la empresa, previamente pactado.

En algunos casos se establece un sistema mixto, por el cual el seguro de vida sólo cubre una parte del valor, y el resto es afrontado por el adquirente de la empresa, mediante el pago de cuotas.

Esta clase de convenios, denominados “buy and sell agreements” “acuerdos de continuidad empresaria” se vienen celebrando en la Argentina desde 1996, pero el nuevo Código les otorga una seguridad jurídica que antes no tenían, al punto de que ahora resultan incuestionables, en la medida en que la valuación de la empresa se aproxime a los valores reales.

4.- La posibilidad de excluir a los parientes políticos

Uno de los principales puntos de coincidencia, entre muchos integrantes de empresas familiares, es su deseo de evitar la participación (en principio como propietarios, pero en muchos casos, en cualquier función ligada a la empresa) de los parientes políticos.

Quizás sobre la base del conocimiento de casos traumáticos, en los que un yerno o una nuera perjudicaron a la familia de su ex cónyuge, en las empresas familiares se tiende a evitar cualquier participación de los parientes políticos.

Veamos los diferentes ámbitos en los que se puede establecer esa limitación:

  • En cuanto a la limitación a la participación en la labor, basta con acordarlo en el protocolo familiar, cuyo valor legal ha quedado reforzado con el nuevo Código.
  • Respecto de la dirección de la empresa, es posible que sea necesario establecerlo en los estatutos.
  • En cuanto a la restricción al acceso al capital por vía hereditaria, es el mismo artículo 1010 CCC el que legisla al respecto.

En consecuencia, el nuevo Código impactará en la adopción, en muchas más empresas, de los mecanismos necesarios para evitar la participación de los parientes políticos, sea a través del protocolo empresario-familiar, la reforma de estatutos o la concreción de un acuerdo por el cual, desde el mismo momento en que un integrante de la familia accede a la participación en la sociedad, se arbitran los mecanismos para determinar el valor de esa participación, y se suscribe el acuerdo para adquirir la parte correspondiente, en caso de su fallecimiento.

5.- Las uniones convivenciales

Hasta ahora, muchas familias empresarias realizaban una clara diferenciación entre las parejas casadas y las que no lo estaban, con fundamento en que, en principio, la convivencia era una situación inestable, que no generaba derechos patrimoniales.

Al legislar respecto de las uniones convivenciales, el nuevo Código les atribuye un rango de estabilidad y genera la posibilidad de que existan obligaciones patrimoniales entre los convivientes, a través de acuerdos con pleno valor legal.

Es importante destacar que en el nuevo Código no se prevé que los convivientes se hereden forzosamente entre sí, por lo cual, el acceso a la propiedad del otro por causa de fallecimiento debe ser producto de un testamento, una donación o un fideicomiso.

6.- El derecho a elegir el régimen de bienes en el matrimonio

En el viejo Código Civil había un solo régimen de bienes en el matrimonio: el de la sociedad conyugal, o “comunidad de gananciales”, lo que significaba que el patrimonio adquirido durante el matrimonio debía dividirse por mitades al ocurrir su finalización. Quedaban exceptuados los bienes recibidos por herencia, por legado o por donación, o aquellos adquiridos en reemplazo de bienes propios.

El nuevo Código Civil y Comercial ha dispuesto la posibilidad de optar por otro régimen: el de separación, por el cual los bienes se mantienen en el patrimonio de quien los adquiere.

De esta forma, quien tiene la expectativa de conformar una unidad económica de elevado valor, tiene la posibilidad de preservarla para sí frente a un eventual divorcio, a través del régimen de separación de bienes.

Por otra parte,  el régimen de separación de bienes  evita una característica del régimen de comunidad, que afecta especialmente a los integrantes de empresas de familia: dado que el fruto de los bienes propios es ganancial, los dividendos, devengados durante el matrimonio, o, en el caso de una explotación agropecuaria,  las crías  que excedan a la cantidad de animales existentes al momento en que el titular contrajo matrimonio,  deben considerarse gananciales.

Por el contrario, en el régimen de separación de bienes, los frutos de los bienes propios siguen siendo propios.

Sin duda, la separación de bienes habrá de ser un instrumento beneficioso para la planificación patrimonial en las empresas familiares.

7.- Los contratos entre cónyuges 

Como en el viejo Código, en el que el único régimen de bienes en el matrimonio era el de comunidad de gananciales,  se encontraban prohibidos los contratos entre cónyuges, las únicas sociedades admitidas eran las de capital: sociedades anónimas y sociedades de responsabilidad limitada.

El nuevo Código Civil y Comercial permite los contratos entre cónyuges que han pactado el régimen de separación de bienes

8.- La compensación económica al finalizar el matrimonio

El instituto de la compensación, en el caso de divorcio, también habrá de generar un particular impacto en la empresa familiar.

En muchos casos, el cónyuge no propietario colabora con el desarrollo de la empresa, sin un reconocimiento económico por ello.

El Código Civil derogado no contenía ninguna norma expresa que permitiera, en caso de divorcio, resarcir esos esfuerzos.

El nuevo Código establece pautas específicas en los artículos 441 y 442.

En el primero se regula la hipótesis de que el divorcio produzca un desequilibrio manifiesto que signifique un empeoramiento de la situación de uno de los cónyuges.

En el segundo se enumeran las diversas circunstancias que l juez puede tomar en consideración para establecer una compensación. Entre ellas, “la colaboración prestada a las actividades mercantiles, industriales o profesionales del otro cónyuge”.

EL PROTOCOLO A LA LUZ DEL NUEVO CÓDIGO

Entendemos al protocolo empresario-familiar como un acuerdo, con valor moral y legal, que permite a las actuales generaciones establecer pautas para el gobierno de la empresa y el comportamiento de sus integrantes, para evitar conflictos y permitir la conservación de la empresa en la/s familia/s propietaria/s.

El nuevo Código está llamado a incrementar el valor legal del Protocolo entre partes y frente a terceros, sobre la base de ciertas normas:

  • art. 1010 del Código Civil y Comercial: “Los pactos relativos a una explotación productiva o a participaciones societarias de cualquier tipo, con miras a la conservación de la unidad de gestión empresaria o a la prevención o solución de conflictos…”
  • art. 1442, que permite ver al protocolo como “contrato asociativo”
  •  Finalmente, el art. 1024, contempla la extensión  de los efectos del contrato a los sucesores universales, lo que autoriza a trasladar los efectos del protocolo a los herederos.

En el ámbito específico de la empresa de familia, el Código brinda muchas herramientas que dan respuesta a los casos litigiosos más habituales.
Estos son algunos cambios significativos del Código. Nos toca a todos reflexionar profundamente sobre el alcance de los cambios, para ayudar a su mejor aprovechamiento en pos de empresas exitosas y familias felices. 

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Las contingencias y el protocolo empresario-familiar

 

En la Argentina estamos viviendo momentos de cambio, equivalentes al instante en que se da vuelta un baúl: lo que antes estaba arriba ahora está abajo, y viceversa. Y esto es aplicable a la situación de los importadores, de los productores rurales, de las Pymes que requieren insumos importados pero también temen una competencia desigual con China, o Brasil. En este artículo veremos en qué puede ayudar el protocolo empresario familiar frente a las contingencias.

 


Cuando una familia empresaria elabora un protocolo, tiene la oportunidad de pensar en aquellas contingencias internas o externas que pueden afectar el desarrollo de la empresa y de la familia.

Contingencias internas

Entre las contingencias internas ubicamos las “cinco D”: defunción, discapacidad, divorcio, diferencias societarias, o deudas de la empresa o de sus integrantes.
Cada una de esas contingencias es analizada en el proceso de elaboración del protocolo, para definir cuál habrá de ser la manera de encarar sus consecuencias por parte de la familia empresaria.

  • Así, el fallecimiento de un integrante de la familia consanguínea puede dar lugar a que su cónyuge herede total o parcialmente su participación societaria. Está dispuesta la familia empresaria a permitir que una parte de la sociedad sea de propiedad de un pariente político, o, por el contrario, la familia debe prevenir esa circunstancia, a través de un acuerdo específico en el protocolo?
  • ¿Cómo se enfrentará un caso de discapacidad – especialmente, mental, de un miembro de la familia propietaria? ¿Se aplicará la Ley de Contrato de Trabajo, o alguna previsión especial formulada por la familia empresaria?
  • ¿Es aceptable que, en caso de un divorcio, los ex cónyuges mantengan su participación en la sociedad, o necesariamente uno debería quedarse con la participación en la empresa, y compensar al otro? ¿Este punto interesa, de alguna manera, al resto de los participantes en la empresa familiar?
  • ¿Cómo enfrentar el endeudamiento de la sociedad? ¿Quiénes deben adoptar las decisiones correspondientes? ¿Qué pasa si no hay acuerdo entre los que tienen que decidir? ¿Y si el endeudamiento es individual de alguno de los socios, y ello lleva a que terceros pretendan quedarse con su parte en la sociedad? ¿Hay maneras de proteger a los otros socios?
  • ¿Cómo resolver las diferencias que pueden producirse entre los socios? Si no queremos que intervenga la Justicia Ordinaria (con los costos que trae aparejado, y la imprevisibilidad de un fallo judicial) es necesario que, a través del Protocolo, se fijen mecanismos alternativos de solución de conflictos, tales como la negociación entre las partes asistidas por personas de confianza, o la mediación o el arbitraje, instancia obligatoria que permite evitar el paso por la Justicia.

Todas estas situaciones pueden poner en riesgo la continuidad del liderazgo y la dirección de la empresa, lo que deberá preverse expresamente, para evitar que quede afectada la estabilidad o la solidez de la empresa.
Lo bueno de definir este tipo de situaciones cuando nadie ha sido afectado por ellas, es que resulta posible prever conductas, y llegar a acuerdos, con un nivel de racionalidad y equidad que sería imposible si la contingencia ya se hubiera producido.
Es decir que prever las consecuencias de cualquier contingencia interna da tranquilidad a los socios, y les permite encarar el futuro con una carga de incertidumbre menor.

¿Y las contingencias externas?

Definimos a las contingencias externas como aquellas situaciones de riesgo,  propias del mercado, o de la economía general, que afectan a la empresa de una u otra manera.
Para enfrentarlas, es necesario preguntarse en qué momento de su ciclo de vida se encuentra la empresa
No son las mismas herramientas las que se utilizarán en un momento de nacimiento, de crecimiento, de estabilidad, o en el caso de una empresa ya madura.
¿Cuáles son las contingencias a prever?

  • Modificaciones significativas en la tasa de interés.
  • Elevada inflación
  • Modificación de la paridad cambiaria
  • Desdoblamiento del mercado cambiario
  • Recesión’
  • Crisis del mercado en el que se desempeña la empresa
  • Desastres naturales
  • Otras

Durante el proceso de elaboración del Protocolo Empresario-Familiar es posible y necesario analizar cuáles son las contingencias que podrían afectar el desarrollo de la empresa, y prever las medidas de contención de daños más adecuadas, así como preparar a las personas clave para operar adecuadamente en esas circunstancias.
Un trabajo de reflexión en conjunto ayuda a que, en caso de que la contingencia tenga lugar, se puedan contener los daños.
Fundamentalmente, la experiencia de analizar todas las facetas de una situación determinada (sea interna o externa) conjuntamente con los demás integrantes de la familia empresaria da una posibilidad única de tener un diálogo sincero y abierto, y evitar que haya “temas tabú”, de los que no se habla.
Las consecuencias directas son: que el líder se encuentre menos solo, que haya mecanismos para tomar las mejores decisiones, que se incremente la confianza entre los integrantes de la familia empresaria, y, por lo tanto, contar con la colaboración de todos en los momentos en que ello resulta vital. 

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La participación de la nueva generación en la empresa familiar

 

Las primeras experiencias de los integrantes de la nueva generación cuando se incorporan a la empresa, son una clave para entender la frustración de las expectativas de padres e hijos, y para formar los líderes del futuro.

 


Desde el  momento de la concepción de una empresa, sus propietarios ponen especial atención en la gestión.

Como consecuencia de su dedicación exclusiva al éxito de negocio, naturalmente en muchos casos no forma parte de su mirada el ingreso ordenado de los hijos, quienes van ingresando a medida que tienen la edad y la disposición para trabajar. A veces, su ingreso está ligado a la necesidad de más recursos en la empresa, y en otros casos porque es necesario proveerles un trabajo para que no se pasen el día en casa sin hacer nada productivo.

Igualmente, uno de los valores que suelen rescatar los empresarios,  es la confianza que esperan depositar en sus hijos. ¿Qué confianza? Por una parte, la confianza moral (los hijos no van a robar) y por otra parte, la confianza en la gestión (los hijos realizarán sus tareas con responsabilidad y buen criterio).

En la mayoría de los casos la confianza moral se mantiene intacta. En cambio, la confianza en la gestión suele resquebrajarse rápidamente. Ocurre que los hijos se incorporan a la empresa sin una clara definición de sus funciones, objetivos y responsabilidades; sin un acuerdo respecto de quién será su jefe operativo, a quién debe rendir cuentas, cuál es la importancia de que se cumplan los horarios establecidos, y cuáles serán los beneficios para el caso de que su gestión resulte satisfactoria.

Entonces ocurre, muchas veces, que esos hijos incorporados a la empresa no pueden encontrar un lugar que les resulte gratificante. Sus compañeros de trabajo son y no son, porque no pueden olvidar que están frente al “hijo del dueño”, y los mandos medios no familiares tratan de evitar tener que liderar a quien (ellos lo saben perfectamente bien) algún día puede ser la persona a cargo de la empresa.

Llamativamente, esa conciencia del personal no familiar, y de los mandos medios, respecto de la significación del hijo incorporado a la empresa, no es equivalente ni en el padre ni en el hijo, quienes libran su propia batalla de malos entendidos y frustraciones recíprocas. La tarea del hijo no es valorada, y el hijo no es esfuerza por hacer las cosas mejor, ni diferente.

En estas escenas radica, muchas veces, la semilla de la frustración en un proceso de traspaso generacional intra-familiar.

Porque, ante la frustración y el malestar, muchas veces ese hijo se retira de la empresa y busca otros horizontes, con la convicción de que no debe volver a incursionar en un lugar que le resultó hostil.

¿Es este un proceso que debe darse indefectiblemente, o hay maneras de evitarlo?

Nadie está condenado a experimentar estas situaciones de malestar y falta de entendimiento en la familia y en la empresa.

Se trata de tomar acción para que la incorporación de los hijos pueda tramitar de una manera beneficiosa para la empresa, y satisfactoria para los integrantes de la familia.

Esto significa:

  • Describir con la mayor claridad posible cuál es el puesto que habrá de ocupar el hijo.
  • Cuáles son las condiciones de satisfacción de su trabajo.
  • A quién habrá de reportar.
  • Cuáles serán las funciones, los objetivos y las responsabilidades a su cargo.
  • Cómo, y quién, evaluará su gestión.

La Mesa de Dirección

La decisión de capacitar y formar a los integrantes de la siguiente generación, da la oportunidad de que éstos entiendan la dinámica de la empresa, y que desde el momento de su incorporación puedan comprender cuál es el camino previsto, y, en la medida de lo posible, la razón que justifica las responsabilidades que se les asignan.
Ocurre muchas veces que en las empresas no hay práctica de reuniones con participación de los actuales titulares y las personas más importantes de la gestión, pero en la etapa de ingreso y preparación de los integrantes de la próxima generación es imprescindible que haya espacios de encuentro.
Es probable que, en una etapa inicial, los jóvenes no intervengan activamente, dado que, quizás, no tienen los conocimientos y experiencia necesarios, pero la participación en reuniones les permitirá adquirir esa práctica, entender cómo razonan sus mayores, cuáles son sus valores y las pautas que los llevan a la toma de cada una de las decisiones.
De esta manera, a través de ser testigos de las decisiones significativas, los jóvenes adquieren una formación que va mucho más allá de lo que puedan aprender en los ámbitos académicos, dado que van incorporando conocimientos de la práctica concreta de la empresa que, si todo va bien, algún día habrán de dirigir.
Este espacio  brinda a los jóvenes la posibilidad de estar en contacto cercano y real con la gestión, ir incorporando valores, y, al mismo tiempo,  entender el sacrificio, dedicación y responsabilidad que conlleva la administración de una empresa de familia. 

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